lunes, 6 de julio de 2020

LA ENTREVISTA DE CARLA


Era un mes caluroso de Junio de 1965 cuando Carla acababa de terminar su carrera en derecho, obteniendo una de las mejores notas de su promoción.
Su ilusión desde que empezó sus estudios era poder trabajar en un prestigioso bufete de abogados de Paseo de Recoletos y su objetivo estaba al alcance de su mano ya que uno de los despachos más prestigiosos de la capital había solicitado a la facultad  que le enviase el curriculum de sus dos mejores alumnos de último curso para hacerles una entrevista.
En cuanto el Vicedecanato de estudiantes recibió la solicitud, inmediatamente pensaron en Carla y Pablo, otro alumno brillante con el que Carla siempre había rivalizado en cuanto a notas.
Desde que Carla tenía quince años, había sido una apasionada de la moda y especialmente de los zapatos de tacón que lucían aquellas modelos increíbles que desfilaban por las pasarelas de moda y que con gran dificultad conseguían dar tres pasos seguidos debido a la altura de sus tacones.
En cuanto Carla recibió la noticia de la entrevista inmediatamente empezó a pensar en como sería su entrevista, repasó 10 veces su curriculum, su trayectoria y su futuro profesional, para hacer la mejor entrevista posible y a la vez pensó en el vestuario que debería llevar. Inmediatamente supo que debería lucir aquellos zapatos que se compró porque, había visto que los llevaba una ejecutiva de éxito de una conocida revista de economía y negocios.
El día señalado llegó y Carla se levantó con tiempo suficiente para poder lavarse el pelo, secárselo, peinarse y maquillarse, se enfundó  una falda de tubo que vio muy apropiada para la ocasión y se puso aquellos zapatos que tanto le gustaban y que le hicieron sentir que el puesto iba a ser suyo ya que le recordaban a aquella empresaria de la revista.
Sin embargo nada salió como Carla tenía planeado ya que cuando iba a subir las escaleras de la entrada principal del bufete de abogados, uno de sus kilométricos tacones se enganchó en el último escalón haciendo que Carla perdiera el equilibrio sin poder hacer nada para estabilizarse debido a la escasez de movimientos que la fada le brindaba y a no poder apoyarse en la barandilla ya que llevaba el bolso en la mano.
                                                            



Afortunadamente pudo recomponerse para llegar a la entrevista, aunque con un retraso de 5 minutos y muy nerviosa por el incidente de los tacones.
Cuando la chica que había en la recepción, le indicó que era su turno, abrió la puerta de cristal blanco velado, y mientras acababa de dar sus últimos ajustes a esa dichosa falda que no paraba de retorcerse, se topó con Pablo, que salía con una sonrisa de oreja a oreja de su entrevista.